¿Cómo eran las magistraturas en la antigua Roma?

El Imperio Romano fue una de las organizaciones políticas más importantes de la civilización. Su dominio abarcó parte de Europa, África y Oriente entre 27 a.C. y 476 d.C. El éxito de su continuidad se debió a su estructura política representada, entre otros poderes, por las magistraturas. ¿Cómo eran las magistraturas en la antigua Roma?

La antigua Roma estaba liderada por un Emperador que concentraba todo el poderío de las instituciones. En él recaía la toma de decisiones y el destino político, económico, militar, legislativo, religioso y judicial del imperio.

Bajo el emperador, otras instituciones sostenían su gobierno, aunque con gestiones limitadas. Entre esas resaltaba el senado que servía de consejo para la toma de decisiones. En segundo lugar, estaban las asambleas, a través de las cuales se ejercía el voto popular y la legislación.

Las magistraturas eran el tercer poder que sostenían la estructura política de la antigua Roma. En ellos recaía la responsabilidad de las decisiones prácticas relacionadas con el funcionamiento y organización del imperio Romano.

Las magistraturas en la antigua Roma

Las magistraturas en la antigua Roma podían clasificarse en ordinarias y extraordinarias. Las primeras respondían a la cotidianidad de la ciudad. Estaban integradas por el consulado, la censura y la pretura (administración de la justicia) También por la edilidad (vigilancia de la ciudad) y la cuestura (administración del tesoro público)

Las magistraturas extraordinarias eran instituciones establecidas en situaciones anormales como peligros de guerra o intentos de golpes de Estado. Los puestos de ese tipo de magistratura era la dictadura, el triunvirato y el decenvirato.

Todas las magistraturas tenían en común que eran colegiales; es decir, que contaban con dos representantes al menos. También los cargos eran escogidos por votación popular. Por último, cada magistratura tenía una duración de un año.

La carrera de honores

Para alcanzar un puesto en alguna magistratura, los candidatos debían cumplir con el Cursus Honorum o carrera de honores. Un sistema por medio del cual, los postulantes debían ir cumpliendo con cada cargo hasta alcanzar las máximas responsabilidades en las magistraturas.

Este sistema buscaba que los magistrados contaran con la experiencia y el conocimiento suficiente para cumplir con sus responsabilidades. También cumplir con la transparencia en el proceso de selección y sumisión de cargos.

Aunque esta estructura quería demostrar un proceso de selección equitativo, era bien sabido que no todos los romanos podían optar a estos cargos. Solamente los nobles o relacionados con instituciones tenían ventaja sobre la selección.

Un dato de gran valor sobre las magistraturas en la antigua Roma es que eran gratuitas. Los magistrados no recibían dinero o sueldo. A cambio obtenían reconocimiento y reputación. Esto en teoría, aunque ya en esa época había muchos signos de corrupción entre la clase política de la época, funcionarios imperiales y de la República, etc.